Cristina Rodríguez González tiene una fascinante combinación de humildad, voz dulce y un tesón imparable que la ha llevado a ser una de las Guías más prolíficas. Es FTHub Profesional de Terapia de Bosque e Ingeniera Ambiental y fundó Shinrin Yoku Santander, en España, gracias a un proceso de tejer redes y superarse. Además de dar talleres y paseos para público general, inspirada por la sensorialidad de los baños de bosque se dedicó a aprender la Lengua de Signos para guiar paseos para personas sordas. Y le resulta maravillosamente bien.
“Cuando pienso en cómo he llegado hasta dedicarme a esto, lo llamo el camino hacia la naturaleza. Soy Ingeniera Ambiental. Me dedicaba mucho al mundo de la industria y sentí que aquello no encajaba conmigo. Estar metida dentro de un edificio mucho tiempo no me llenaba. Por eso empecé a trabajar como Educadora Ambiental llevando personas a la naturaleza y fue un cambio total para conectar más con el entorno y con las personas.
“Al descubrir que esta es una práctica tan sensorial, me planteé estudiar lenguaje de signos para llevar al bosque a personas sordas, porque para mí el oído es algo que me conecta muchísimo con la naturaleza. Empecé a estudiar y todavía sigo: es todo un arte».
“Pienso que para diseñar un paseo en lengua de signos no solo se ha de pensar en traducir nuestras palabras, sino que también es importante intentar ponerse en el lugar de las personas sordas y procurarles una experiencia sensorial lo más completa posible.
“Me quedo con una idea muy bonita que me transmitieron: ‘La lengua de signos y el baño de bosque se parecen mucho: en la calma, en el silencio y en estar atentos’”.
El camino de la percepción
“Me propusieron hacer la experiencia con adultos y luego con niños. Tiene su complejidad pues el lenguaje ha de ser más preciso y específico. Los niños lo pasaron fenomenal, pero me impresionó más el grupo de adultos. Uno dijo que es un recuerdo que no va a olvidar nunca, que las actividades les habían ayudado todavía más a la percepción de los detalles. Muy agradecidos, porque creo que tampoco hay mucha oportunidad para ellos de hacer muchas cosas diferentes.
“En los niños hay mucho de juego, muchas sonrisas y sorpresa. Este último paseo para la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Cantabria (en el Parque de Mataleñas de Santander) fue muy especial. Me encantó ver cómo los niños tenían mucho interés en conocer signos nuevos de la naturaleza y en disfrutar de la experiencia a través de sus sentidos.
“Desde el principio nos conectamos muy bien, la calma y la cercanía que nos transmitimos fue mutua. Tanto fue así, que cuando llegó el final de nuestro baño de bosque, tanto a ellos como a mí nos costó finalizar la experiencia. Era como si quisiéramos parar el tiempo, continuar juntos en ese entorno rodeados de naturaleza y seguir compartiendo actividades sensoriales para conectar con ese hermoso lugar.
El camino de la naturaleza
“Cuando descubrí los baños de bosque comencé a vivir la naturaleza de otra manera. La formación fue una llamada muy fuerte porque cuanto vi en qué consistía ser Guía de Baños de Bosque, dije ‘este es mi sitio ideal, yo quiero trabajar en esta profesión’.
“Para construir mi emprendimiento como Guía hice varios programas de emprendimiento y ahí fui tejiendo redes con otros emprendedores. Se trata de tejer esa red e ir dando a conocer la actividad. Ha sido todo un camino: hay mucho desconocimiento todavía.
“También estoy dando unos talleres de ‘Naturaleza y Bienestar’ en los Centros Cívicos de mi ciudad, son clases semanales de una hora en interiores, y la experiencia ha cambiado a ese grupo de personas, les ha servido para ser más decididas o sentirse mejor, ha transformado su día. Lo que más valoro es la parte social, porque he visto que necesitaban de ese espacio para compartir, han quedado lazos de amistad posteriores al taller y eso me hace muy feliz”.
Fotos: Cortesía Cristina Rodríguez González, Shinrin Yoku Santander